Bernie Tosdevin, yo soy Judía, yo no estudio del Nuevo Testamento

Bernie TosdevinNací en Melbourne, Australia. Hija de padres que sobrevivieron el Holocausto, fui criada en un hogar Judío tradicional. Debido a que somos Judíos, no queríamos tener nada que ver con el Nuevo Testamento. Mis padres me enviaron a escuelas Judías. Una de ellas era muy ortodoxa. Las asignaturas que menos me gustaban eran todos los asuntos Hebreos, excepto los Profetas.

Me casé fuera de la fe con Andrew, que es de la Iglesia de Inglaterra, pero él siempre me ha permitido llevar la batuta en los asuntos religiosos en nuestro hogar. Fuimos bendecidos con dos hijas, a quienes educamos según las tradiciones Judías, asistiendo a una escuela reformada en Nueva Jersey y luego en Texas.

Yo soy Judía, yo no estudio el Nuevo Testamento

Hace como dos años sentí una desconexión con Dios en mi vida y por eso me decidí a orar a Dios para que se revelase a mí. Lo que surgió de esta oración fue increíble. De repente, todos mis amigos cristianos comenzaron invitarme a sus grupos de estudio Bíblico. Mi respuesta siempre era la misma: «Yo soy Judía, yo no estudio del Nuevo Testamento», a lo que su respuesta sería, pero estamos estudiando el Antiguo Testamento justo ahora, en realidad el Libro de Esther, o Salmos, etc. Yo estaba sorprendida al oír esto, sin embargo, todavía educadamente me disculpaba.

En ese mismo año me invitaron a conocer a una señora de Judíos para Jesús y a asistir a su presentación de ‘Jesús en la Pascua’. Me negué a asistir a la presentación, pero acepté encontrarme con ella para tomar un café. Yo estaba muy escéptica. Me imaginaba era que ella sería alguna lunática loca. Descubrí que no era el caso. Nos llevamos bien inmediatamente. Más importante que todo, hablamos sobre nuestros orígenes, y ahí fue cuando ella me mostró Isaías 53; me sorprendí de no recordarlo, ya que me encantaba leer los Profetas en la escuela. Recuerdo que el último comentario que me hizo fue: «Nunca me he sentido más Judía que desde que acepté a Yeshúa en mi vida.» Estas palabras me quedaron grabadas. Continué orando en los rincones de mi casa.

Entregué mi corazón

Un año más tarde me invitaron a asistir a un Séder de Pascua, en una pequeña iglesia a la que uno de mis amigos asistía. Me intrigaba saber por qué razón querrían los cristianos tener un Séder, así que fui. Era una pequeñísima Iglesia en el medio de la nada. Entré, y lo primero que ví fue la estrella de David y las palabras «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas». Las palabras del Shemá Israel estaban en esta pequeña iglesia, en medio de Blanco, Texas. El rabino que realizaría el Séder, era un rabino que yo podría identificar (¡con barba y todo!), ¡pero él continuaba hablando de Yeshúa! El Espíritu Santo latía con fuerza en mi corazón ese día y, con escalofríos, entregué mi corazón a Dios y a su Hijo. Ahora camino en una nueva fe y oro para que mi pueblo llegue a conocer la verdad acerca de nuestro Dios y del Judío más asombroso que jamás haya pisado este planeta Tierra, nuestro Mesías y Salvador, Jesucristo.