Dan y Dalia, Dios cambió nuestros corazones durante una cena de sabbat
Dan y Dalia crecieron siendo Israelíes seculares, y buscaron la verdad en todo tipo de religiones. Nunca habían leído el Nuevo Testamento. Entonces se encuentran con una Judía creyente, quien les habla acerca del Mesías durante la cena del sabbat. Vea este testimonio: «Dios cambió nuestros corazones durante una cena del sabbat.»
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Shalom, somos Dan y Dalia Alon. Vivimos aquí, en Mitzpé Ramón Esta es una pequeña ciudad en medio del Néguev, en el desierto alto Estamos aproximádamente a 850 metros sobre el nivel del mar. Como pueden ver, estamos en un observatorio, con una vista panorámica sobre el cráter. Éste es el cráter más grande en Israel y también, el mayor de este tipo en todo el mundo Así que éste es un lugar muy singular. Como escucharon, mi nombre es Dalia, tengo 61 años de edad. Nací en una familia tradicional. Mi padre era un hombre religioso. Él solía ir a la sinagoga y guardar el Sabbat. Nosotras no. Mi madre no lo hacía, así que nosotras tampoco. De siete hermanas, yo soy la sexta en la familia. Nací como una niña rechazada. Mi madre no me quería, porque ya había 5 niñas en casa. Desde que era una niña, yo fui una persona muy seria Y me puse a buscar el sentido de la vida. Luego, cuando crecí, fui al ejército. Y después del ejército, asistí a algunos talleres, buscando la verdad. Y entonces conocí a Dan, y nos casamos, y después comenzamos a buscar la verdad juntos. Probamos todas las cosas malas. Ahora sabemos que eso era malo, pero en ese tiempo no lo sabíamos. Como la meditación, el yoga, todo tipo de talleres de la Nueva Era. También buscamos en las religiones, en parte, con las mujeres que vinieron a nuestro lugar en el norte. No encontramos ninguna solución en ninguna de ellas. Nací en una familia muy secular, incluso atea. Mis padres fueron fundadores de un kibutz hace muchos años, incluso antes de la fundación del Estado de Israel. Ellos fueron una especie de pioneros aquí en Israel. Nací en una familia muy normal, Se les puede llamar una “familia Asquenazí” Y tuve una vida familiar normal en Israel, en esos años. Entonces, terminé mi escuela secundaria y me fui al ejército. Y después de terminar mi tiempo en el ejército, conocí a Dalia. Nos casamos y nació nuestro hijo mayor. Y como Dalia compartió, comenzamos a buscar la verdad. Estábamos buscando algo que nos ayudara a mejorar nuestras vidas, Así que fuimos a Estados Unidos en el verano de 1991 En mi lugar de trabajo recibí lo que se llama un año sabático. Llegamos a la costa Oeste de Estados Unidos, al Estado de Oregon, y nos establecimos allí. Y comenzamos a explorar América. Uno de los primeros viajes cortos que hicimos fue a un parque natural muy bonito Así que estacionamos nuestro auto y bajamos para ver una de las cataratas. Dalia llevaba colgada en su cuello una cámara nueva, que acabábamos de comprar. Vimos a una mujer sentada en una roca, hablando con alguien. Y Dalia me dijo: “Mira, ella tiene la misma cámara que nosotros.” Y luego, yo estaba cuidando a nuestros niños, que estaban corriendo de aquí para allá Y los llamé en Hebreo Y de repente, Dalia dijo: “Ven” Y esta dama estaba sentada y mirándonos con ojos enormes, Y dijo: “Uau, ustedes son Judíos” Ella había escuchado mi Hebreo Y luego ella nos dijo: “Yo también soy Judía.” Y comenzamos a hablar Y ella se nos unió para caminar en el parque. Mientras caminábamos, ella nos contaba que ella amaba a Dios, que Dios era su Padre y que Dios nos ama mucho. Y para nosotros, que somos de Israel, Judíos, eso suena muy natural. Ella estaba hablando acerca de Dios, ya sabes Nosotros tratamos de convencerla de nuestras ideas de la Nueva Era Estábamos hablando en paralelo. Nosotros aquí, ella allí. Pero notamos que había algo especial en ella. No lo entendimos en ese momento. Volvimos al estacionamiento y, al despedirnos, intercambiamos nuestras direcciones y números de teléfono. Y le contamos acerca de nuestro hijo mayor, que dentro de tres meses celebraría su Bar Mitzvah. Ella estaba muy emocionada de que la hubiéramos invitado. Pocos meses después tuvimos la fiesta de Bar Mitzvah. De hecho, fue en la sinagoga de nuestra comunidad Judía, en la ciudad donde vivíamos. Y ella vino al atardecer. y nos dijo de inmediato que no podría pasar toda la noche con nosotros porque estaba muy ocupada, ‘sólo estaré con ustedes durante la cena.’ Lo que se llama la cena del Sabbat. Así que pasamos tiempo juntos, y seguimos hablando y hablando, y la noche fue avanzando y a la media noche, justo cuando queríamos decir buenas noches, nos vamos a dormir, Ella dijo que ella cree en Yeshúa, ella cree en Jesús. Que ella es una creyente. No recordamos exáctamente que pasó en ese momento, hoy en día el recuerdo está un poco borroso para nosotros, pero recordamos que ella compartió con nosotros un par de Escrituras, quizás de Isaías 53 o de Jeremías 31. Y yo… En ese momento yo creí. Yo creí. No entendí nada. Nosotros nunca habíamos… Tenemos que aclarar bien esto… Nosotros como Judíos, Israelitas, de más de cuarenta años, nosotros nunca habíamos leído el Nuevo Testamento; nunca siquiera habíamos oído que hay personas Judías que creen en Yeshúa, en Jesús. Nunca antes nos habíamos encontrado con ese tipo de personas, personas que creen en Yeshúa, en Jesús. Pero yo creí en ese momento, y Dalia también. No entendimos nada, dijimos: “Uau” Fue el corazón, no la cabeza. Debe ser el Mesías, porque la mitad del mundo Lo sigue. Así que debe ser Él. Así que llegamos a conocer al Señor, y al pasar los años, nos mudamos aquí. Ahora compartimos el Evangelio con las personas aquí en Mitzpé Ramón y en otros lugares en el área del Néguev. Y sabemos que es realmente muy importante Compartir el Evangelio con las personas Judías. ¿Sabes? Las personas Judías no son diferentes de qualquier otra persona. Ellos no son diferentes, ni mejores que nadie. Incluso Dios dice que no somos mejores que los demás. Dios no nos escogió porque seamos mejores, o porque seamos Buenos Él nos escogió por causa de Su plan, Para traer al Mesías, Para traer el Evangelio al mundo entero. Ahora nosotros necesitamos llevar el Evangelio al pueblo Judío. De hecho, Yeshúa vino a predicar el Evangelio a los Judíos, pero ellos no lo recibieron. Vino a los Suyos, pero ellos no lo recibieron. Así que el Evangelio se extendió a todo el mundo. – Ése era Su plan, que fuera a los gentiles. Pero ahora, tiene que venir de vuelta a los Judíos. Y las personas Judías necesitan oir las Buenas Nuevas. Ellos necesitan escuchar, conocer la verdad y seguir a Yeshúa. Ése es el único camino. Yeshúa dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.” “Sólo quien viene a través de mí puede llegar al Padre” Así que Él es el único Camino. No hay otra manera, no existe un desvío, no hay otra manera de llegar al cielo; sólo a través de Yeshúa. Así que las personas Judías necesitan oir las Buenas Nuevas. Gloria a Dios que nosotros escuchamos las Buenas Nuevas, que escuchamos el Evanglelio, de manera que pudimos escogerlo y recibirlo, y seguir a Yeshúa hasta hoy y, ¡alabado sea Dios!, hasta la eternidad.