El rabino Loren Jacobs, buscó y encontró a Dios (Jesús) a través de la lectura de la Biblia
Me gustaría comenzar mi historia en el tiempo de mis bisabuelos, la mayoría de los cuales vivían cerca de la ciudad de Kiev, en Ucrania, alrededor del 1900. En ese tiempo, la vida se hacía cada vez más difícil para muchas de las familias Judías en Rusia y Ucrania, incluida la mía. Mi familia salió de Ucrania y vino a los Estados Unidos durante la primera década del siglo 20. En las generaciones desde que salimos de Rusia hacia Estados Unidos, mi familia nunca mostró una profunda fe en Dios o en su Palabra. Consecuentemente, al crecer en el área de Chicago en la década de 1960, yo estaba inmerso en una cultura Judía, pero con una cosmovisión secular y materialista.
Pocos, si es que alguno, de mis amigos Judíos, familia o maestros de la sinagoga, creían en un Dios que podría crear el universo en seis días, intervenir en la historia humana, o realizar milagros. La idea de tener una relación personal con Dios, como Abraham, Moisés y David, era algo inaudito. Las Sagradas Escrituras eran consideradas como buenas para enseñar moral y ética, pero no para ser tomadas «literalmente.» Cuestiones relativas a lo sobrenatural – como cielo e infierno, ángeles, demonios y el Mesías, no eran reconocidas.
Judaísmo y Filosofía
Celebrábamos las fiestas como parte de nuestra tradición Judía, pero el Dios vivo jugaba un papel muy pequeño en nuestros asuntos del día a día. Como resultado, yo sentía que algo faltaba en el Judaísmo al que estaba expuesto, y comencé a investigar otras filosofías y religiones. Empecé por leer algunos de los grandes filósofos occidentales como Platón y Aristóteles. Entonces empecé a inclinarme hacia la filosofía oriental. Me dediqué a la Meditación Trascendental, repitiendo mi «mantra» una y otra vez, cada mañana y tarde, durante más de un año.
Durante mi primer año en la Universidad de Northwestern, en Illinois, tomé un curso de Filosofía Medieval. ¡Poco sabía yo que las mentes más grandes durante este período de mil años en la civilización occidental pasaron la mayor parte de sus labores intelectuales intentando probar la existencia de Dios! Los filósofos razonaban, «¿De qué otra manera podemos explicar el evidente orden y diseño en la naturaleza? ¿Por qué, entonces, tenemos todos un sentido interior del bien y del mal? y ¿por qué, a lo largo de todas las culturas y sociedades, ha habido una conciencia intuitiva de Dios o dioses?!» Al estudiar sus argumentos poderosos y persuasivos, me convencí de que Dios tenía que existir.
Leer la Biblia
Poco después de eso, comencé a leer las Sagradas Escrituras por primera vez. Después de asistir a un seminario sobre profecía Bíblica, leí la porción entera de las Escrituras del Nuevo Testamento en una semana! Entonces comencé a descubrir profecías en las Escrituras Judías que predijeron la venida del Mesías, el Ungido Gobernante y Salvador enviado por Dios. Me quedé atónito al descubrir que los profetas de Israel nos habían dicho que un descendiente de la tribu de Judá, de la familia real del rey David, nacería en Belén. Según estas profecías, Él vendría antes de que el Segundo Templo fuera destruido en el año 70 dC, realizaría milagros, después sufriría, moriría, resucitaría de entre los muertos, y sin embargo, ¡no sería reconocido por la mayoría de nuestro pueblo! A través del Mesías, Dios también establecería un nuevo pacto con el pueblo Judío (ver Jeremías 31:31-34). Para mí, la evidencia era abrumadora – Yeshúa era el Mesías prometido de Israel que nos reconciliaría con Dios.
Al llegar a conocer al Mesías, descubrí una dimensión de la espiritualidad Judía que nunca soñé que fuera posible! El Mesías Yeshua me permitió desarrollar una relación personal íntima con el Dios de Israel, que todavía continúa fuerte veinticinco años más tarde! Cuando llegué a creer en Yeshúa, comencé a redescubrir mi herencia Judía. Me transferí al Instituto Bíblico Moody, cambié mi especialidad a la de Estudios Judíos, trabajé con Judíos para Jesús durante ocho años, y fuí ordenado como rabino Mesiánico por la Unión de Congregaciones Judías Mesiánicas. Me casé con Martha Brickner, ¡que es quinta generación de Judíos Mesiánicos! Juntos, nos hemos acercado a nuestro Mesías, nuestro Dios, nuestra Tierra, nuestras Sagradas Escrituras, nuestra gente y nuestra herencia. Dios, en su misericordia, nos ha permitido iniciar la Congregación Shema Yisrael, que ya tiene unos diez años de edad.