Helen Shapiro leyó la Biblia y supo que Jesús es el Mesías Judío
Fui criada en una cálida y musical familia Judía tradicional, en el corazón de una gran comunidad Judía en Londres. Aunque nuestra familia no era ortodoxa, sin embargo era totalmente Judía en identidad y legado.
Yo siempre creí en Dios
Supongo que creí en Dios desde que nací. Tomé Su existencia por sentado. La escuela pública a la que asistía enseñaba la Biblia y a mí me gustaban mucho las historias bíblicas. Sin embargo, como mi escuela tenía un director Judío y un gran contingente Judío entre los alumnos, nosotros, los niños Judíos, teníamos educación religiosa, clases y reuniones separadas. Como consecuencia de ello, nunca había oído hablar de un ‘Nuevo Testamento’ o de un ‘Jesús’ hasta que tenía como seis años de edad. Un día en el patio de recreo, una niña no judía se acercó a mí bastante angustiada y me gritó: «¡Tú mataste a Jesucristo!». Yo estaba devastada y confundida por esta acusación. Nunca había matado a nadie en mi vida, y ¿quién era esa persona con ese nombre extraño, ‘Jesucristo’?
Mi primer éxito
A los 14 años, cuando aún estaba en la escuela, tuve mi primer éxito discográfico. Eso me llevó al mundo del espectáculo, viajar por el mundo, cantar en muchos lugares famosos y tener más canciones de éxito, incluyendo “Walking Back to Happiness”. Yo era arrastrada por toda esa fama, reuniones con celebridades y con la realeza, y no le di mucha importancia a las cosas espirituales hasta finales de los años sesenta. En ese tiempo parecía que todo el mundo estaba buscando el «sentido de la vida». Ocasionalmente comencé a visitar mediums, clarividentes, etc. También empecé a leer libros y revistas sobre espiritismo, budismo y todo tipo de fenómenos psíquicos. A través de los años desarrollé un sistema de creencias que incorporaba un poco de esto, un poco de eso – una mezcla heterogénea de «ismos» que, en estos días, se llamaría ‘Nueva Era’. En mi opinión, yo no estaba involucrada en nada remotamente malo o siniestro. Yo asociaba todo lo que creía con Dios.
Vacío
Por varios años, me sentí reconfortada por lo que había descubierto. Parecía llenar un vacío en mi vida – hasta que cumplí los 40. Pocos meses después de este cumpleaños, me desperté una mañana y, para gran sorpresa mía, me di cuenta de que ya no creía en ninguna de mis ideas de la “Nueva Era”. Es difícil de explicar, pero mi creencia en lo sobrenatural había desaparecido durante la noche. Por más que lo intenté, no pude creer más en ninguno de mis «ismos». Esto significó un dilema para mí, ya que siempre había relacionado todas mis creencias con Dios. ¿Quería decir esto que Dios no existía? Me pareció todo muy deprimente. Por primera vez en mi vida no tenía nada en qué creer. Mi carrera de Jazz y Pop iba muy bien. Yo estaba en una relación con el hombre que ahora es mi esposo. Era exitosa, pero en mi interior estaba vacía. Mirando hacia atrás, puedo ver que todo eso era la mano de Dios.
Conocí a un hombre cristiano
En esos días mi director musical era un hombre llamado Bob Cranham. Él era cristiano y más de una vez había hablado de lo que su «Señor» había hecho en su vida. Eran cosas maravillosas, pero yo no podía considerarlas para mí porque soy Judía. Ese era el Dios de los gentiles bendiciendo a su pueblo. En medio de mi confusión, un día pasé a su casa para recoger algunos discos. Ni Bob ni su esposa sabían nada de mi lucha interior. Nadie lo sabía. Bob dejó caer una bomba ese día. Él dijo: «Estoy pensando en renunciar al negocio de la música.» Le pregunté por qué. Dijo: «Porque creo que Dios quiere que yo sea un predicador.» Me dije a mí misma: «Oh querida, él cree que está escuchando a Dios.» Ahí estaba un profesional sensato y razonable, un músico de alta calidad, compositor, escritor de canciones, productor – y él estaba hablando de renunciar a todo! Nada de lo que yo pudiera decir podría influenciarlo. Parecía tan tranquilo y seguro, y tan dispuesto a tomar esta medida drástica, si es que, como él creía, era la voluntad de Dios. Me encontré a mí misma cada vez más y más impresionada por cuán real y sincera su fe debía ser para estar dispuesto a entregarlo todo por su «Señor». Me fui a casa y le dije a mi novio John cuánto envidiaba a Bob. Yo tenía muchas opiniones, pero Bob tenía convicciones reales. ¡Yo quería lo que él tenía! Supongo que yo estaba siendo ‘provocada a celos.’
Comenzando a pensar en Jesús
Comencé a pensar en este Jesús constantemente. No podía sacarlo de mi mente. Finalmente, una noche en que no podía dormir, se me ocurrió que no tenía nada que perder. Susurré: “Jesús…?” Yo no sabía si sería alcanzada por un rayo. “¿De verdad existes? ¿Eres tú realmente el Mesías? Si es así, quiero saberlo. Por favor, muéstrame.” Nada pareció ocurrir esa noche en mi cuarto, pero en las semanas siguientes, parecía que dondequiera que yo iba, me tropezaba con cosas y personas vinculadas a este Jesús. Mientras todo esto sucedía, mi banda y yo volvimos de dar un concierto en Alemania. Cuando llegamos al aeropuerto y nos estábamos despidiendo hasta nuestro próximo evento, Bob, mi director musical, me entregó un libro. Me sorprendió ver que la tapa era una foto de una Menorá (un candelabro de 7 brazos). El título del libro era: “¡Traicionado!”, escrito por Stan Telchin. De hecho, el subtítulo decía: “¿Cómo te sentirías siendo un maduro y exitoso empresario Judío si tu hija un dia te dice que cree en Jesús?” Me pregunté: “¿Cómo sabía Bob que yo estaba en una búsqueda?” Por supuesto, él no lo sabía. Nadie lo sabía.
El libro “¡Traicionado!” me sacudió
El libro me sacudió por completo. Yo había escuchado acerca de extraños Judíos que creían en Jesús, pero los había desestimado, como bichos raros y maniáticos. Este era un libro escrito por un empresario Judío, normal y exitoso, quien creía en Jesús, y yo no podía ignorarlo. Me tomó sólo un par de horas terminar el libro. Stan Telchin era un pilar de la comunidad Judía en Washington DC, exitoso en el negocio de los seguros, y miembro de diferentes organizaciones y comités Judíos. Un día su hija anunció que había aceptado a Jesús como su Mesías. Después de la conmoción inicial y cuando su enojo se calmó, Stan se dedicó a demostrale a su hija que estaba equivocada. Pasó meses hablando con Rabinos, pastores, Judíos creyentes, Gentiles creyentes, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento, historia de la Iglesia, historia Judía, ¡lo que sea! Después de todo eso, terminó convirtiéndose en un seguidor de Jesús, al igual que cada miembro de su familia, quienes también investigaron por sí mismos.
Profecías Mesiánicas
Aprendí mucho leyendo este libro. Lo más facinante de todo eran las profecías Mesiánicas que allí se enumeran. Son profecías acerca del Mesías que se encuentran en el Antiguo Testamento, el Tanaj. Nunca antes había yo escuchado acerca de ellas. Ahora me enteré que en la Ley, los Profetas y las Escrituras hay docenas de predicciones específicas acerca de un Mesías que vendría. Yo conocía y amaba las súper historias del Antiguo Testamento acerca de Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, David, Daniel, etc. Y sabía que a nosotros, el pueblo Judío, se nos había prometido un Mesías, pero nunca supe acerca de estas muchas y específicas profecías escritas.
Por ejemplo, Stan habla acera de Isaías 9:6, donde está escrito “Porque un niño nos es nacido, un hijo nos es dado”. Yo siempre había pensado que ese versículo estaba en el Nuevo Testamento, pues sólo lo había visto en tarjetas de Navidad. ¡Pero allí estaba: en Isaías! ¡Uno de los nuestros! Este versículo continúa diciendo que ese niño sería llamado “Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.” ¡Dios fuerte! ¿Está el profeta diciendo que el Mesías de alguna manera sería Dios? Entonces Stan cita Isaías 7:14, donde dice que el Mesías nacería de una virgen. Yo siempre había pensado que ese discurso del nacimiento virginal era absolutamente no Judío, pero ahí estaba, en Isaías, el profeta Judío. Stan también menciona Miqueas 5:2, un versículo de uno de los llamados ‘profetas menores’, que dice que el Mesías nacería en Belén, aunque Él existe desde la eternidad. Esto ya era suficientemente asombroso, hasta que leí el Salmo 22. Comienza con las palabras “Eli, Eli, lama azavtani”, que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Yo había visto suficientes películas acerca de Jesús como para saber que Él clamó esas palabras cuando estaba colgado en la cruz. Lo que yo no sabía era que el resto del Salmo continúa diciendo “clavaron mis manos y mis pies… puedo contar todos mis huesos… dividieron entre sí mis vestidos y echaron suertes por mi ropa.” Parece ser un cuadro de la crucificción de Jesús. ¿Pero cómo podría ser? ¡Este Salmo fue escrito 1000 años antes de Jesús y antes de que la crucificción fuese inventada!
Isaías 53
Por último, me encontré cara a cara con Isaías 53. El capítulo entero habla acerca de uno que vendría y tomaría sobre sí nuestros pecados y nuestro castigo. “Él fue herido por nuestras rebeliones, Él fue molido por nuestros pecados, el castigo que nos trajo paz fue sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino, pero el Señor cargó en Él la iniquidad de todos nosotros.” ¡Parece que estuviera hablando de Jesús! Todas esas profecías parecían estar pintando un cuadro que yo no estaba segura de querer ver. ¿Cómo puede ser que nadie nunca antes me hubiera mostrado esas cosas? ¿Cómo puede ser que todo lo que recibí fue: “¡Tú mataste a Jesucristo!”?
Leyendo la Biblia
Yo tenía que comprobar si esas cosas estaban realmente en la Biblia. Tuve que ir a comprar una. La llevé a casa, abrí el Antiguo Testamento y allí estaban: ¡Profecías sobre del Mesías! Docenas de ellas, hablaban de Él viniendo tanto como un siervo sufriente, cuanto como un rey victorioso. Todas ellas apuntaban, según me parecía, a Jesús. ¿Sería realmente cierto? Tenía que continuar. Temblando abrí, por primera vez en mi vida, ese libro prohibido: El Nuevo Testamento. No sabía qué esperar. ¿Estaría lleno de veneno antisemita? Imagina mi sorpresa cuando abrí el Nuevo Testamento y me recibió la cosa más Judía que había visto fuera de el Antiguo Testamento: La genealogía de Jesús. No sólo me encontré inesperadamente con una lista de nombres familiares, sino que leyendo el libro de Stan, había entendido que el Mesías sería un desendiente de Abraham, Isaac y Jacob, vendría de la tribu de Judá y de la casa real de David. Todos esos nombres estaban allí y muchos, muchos más, en esta impecable genealogía de Jesús.
Los escritores del Nuevo Testamento eran Judíos
Descubrí que los escritores del Nuevo Testamento también eran Judíos. Yo siempre pensé que Santiago, Pedro, Juan y compañía eran Ingleses. En mi mente, ellos no podrían ser otra cosa, ¡con nombres como esos! Pero descubrí que Santiago era, de hecho, Jacob; Juan era Yochanan; Maria era Miriam; Mateo era Mattityahu; Jesús es Yeshua, ¡que significa ‘Salvación’! ¡El Nuevo Testamento es Judío! Gratamente reconfortada, comencé leyendo acerca de esas personas, que vivían en la Tierra de Israel, de acuerdo a la Ley de Moisés. Había un Templo y un sacerdocio – era la continuación del Antiguo Testamento. Yo no esperaba que fuera así. Y entonces, ahí estaba Jesús. Me parecía que Él se levantaba de las páginas hacia mí. Me sentí atraída hacia Él: Sus palabras, Su compasión, Sus milagros, Su cumplimiento de profecías, su arresto y juicio, su crucificción y resurrección. Terminé el Evangelio de Mateo y había leído hasta la mitad del Evangelio de Marcos cuando me golpeó el pensamiento de que había sido demasiado crédula y fácilmente persuadida. Todo parecía demasiado perfecto. Esta Biblia, incluyendo el Antiguo Testamento, después de todo, ha sido traducida por cristianos. Quizás ellos la han inclinado a su manera de pensar. Tenía que estar segura. Tenía que conseguir una Biblia ‘apropiada’ – una Biblia Judía. Fui a una pequeña tienda Judía en Ilford (Inglaterra) que vendía Judáica en forma de libros, tarjetas, ropa religiosa, etc. Ahí compré una copia de el Tanaj, Las Sagradas Escrituras. Lo llevé a casa y lo comparé con el Antiguo Testamento en mi otra Biblia de W. H. Smiths – y era igual. Me sentí muy aliviada. Tenía la esperanza de que sería así. Continue leyendo el Nuevo Testamento. Para el momento en que ya había leído los cuatro Evangelios, sabía que Jesús era el cumplimiento de todas las profecías Mesiánicas. ¡Jesús era y es el Mesías! ¡Este fue el descubrimiento más maravilloso! ¿Pero qué debía hacer? ¡Esto era controversial!
Me convertí en una creyente
Llamé por telefono a Bob y le dije: “Creo que estoy a punto de convertirme en creyente.” Él y su esposa querían saber más. Yo tenía muchas preguntas. Una de mis preguntas principales tenía que ver con todo mi conjunto de creencias: ¿Dónde encaja Dios con todo eso? La respuesta es: Él no encaja. Bob me mostró desde Deuteronomio hasta Apocalipsis que todas esas cosas son abominación a Dios y caen dentro de lo que se llama Oculto. Aprendí que debía arrepentirme y renunciar a todas esas prácticas.
Le dije a Bob y a su esposa que yo creía que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios y Dios el Hijo. Yo creía que Él murió en la cruz, fue sepultado y se levantó de la muerte al tercer día. Yo creía todo eso, pero aún necesitaba entender el por qué. Ellos me mostraron en la Biblia, específicamente en la carta a los Hebreos, cómo Jesús era el cumplimiento del sistema sacrificial, instituído por Dios cuando sacó a los Israelitas de la esclavitud en Egipto. Cuando la Ley de Dios fuese quebrantada, Él en su gracia proveyó que la expiación fuera hecha a través del derramamiento de la sangre de un substituto inocente. Todos nosotros, Judíos y Gentiles, hemos quebrantado la ley de Dios, estamos bajo Su condenación y merecemos su castigo. Él aún requiere el derramamiento de sangre. Ninguna de nuestras buenas obras o rituales religiosos puede justificarnos delante de Dios. Afortunadamente, nosotros ya no tenemos que degollar animales en sacrificio, porque todos esos sacrificios fueron cumplidos en el sacrificio de Jesús, hecho una vez y por todos, en la cruz. Él fue el perfecto Cordero de Dios. En el momento en que murió en la cruz, cuando clamó : “Consumado es”, el velo del Templo que dividía El Lugar Santo de El Lugar Santísimo se partió en dos, de arriba abajo. Jesús pagó la pena por el pecado y todos aquellos que se arrepienten y creen en Él pueden venir a la presencia de Dios como adoradores limpiados y perdonados.
Bob y su esposa me explicaron que yo necesitaba arrepentirme – volverme de mis pecados a Dios. Entendí que yo era una pecadora. Todos nosotros lo somos. Bob me preguntó si me gustaría responder orando y pidiendo a Dios que me perdone en base a lo que Jesús ha hecho. Sólo Él puede perdonarme y sólo la Sangre de Jesús puede redimirme. Entonces pude dedicar mi vida a Él como mi Señor y Salvador. Esto lo hice alegremente el 26 de Agosto de 1987, a las 10:30 pm. Aunque no hubieron truenos ni relámpagos, yo supe que mi oración había sido respondida. No puedo explicar cómo lo supe – sólo lo supe. Fue todo tan real y verdadero.
¿Podría continuar siendo Judía?
Durante mi búsqueda, yo había comenzado a preguntarme: Si yo aceptara las pretenciones de Jesús y llegara a ser su seguidora, ¿podría continuar siendo Judía? Durante el proceso, yo había escrito a Stan Telchin acerca de esto. Él me aseguró que yo estaría completando mi Judaísmo al creer en Jesús, el Mesías de Israel, y que estaría volviendo al Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Lo que dijo era verdad. La razón por la cual Dios creó la nación Judía fue para apuntar hacia el Mesías. Éste es el propósito para cada Judío. Yo, junto con muchos otros, estamos cumpliendo ese propósito al recibir a Jesús como el Mesías, Señor y Salvador. Al arrepentirme de mis pecados y recibir a Yeshua – Jesús – yo sé que he salido de debajo de la condenación de la Ley: Separación eterna de Dios y castigo eterno. Todos nosotros, Judíos y Gentiles, hemos quebrantado los 10 Mandamientos y somos todos culpables. Sólo por la fe en el perfecto sacrificio del Mesías Jesús podemos ser salvos. Yo te animo a buscar en las Escrituras y descubrir por tí mismo.