Simón Elman, ‘Jesús me redimió de mi pecado.’
Simón Elman luchaba con preguntas acerca del sufrimiento que vio desde su adolescencia. En su búsqueda por respuestas, descubrió que el pecado es personal y que Jesús es el Mesías prometido que vino a tomar sobre sí el castigo por nuestro pecado.
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Shalom. Mi nombre es Simón. Nací en una familia judía religiosa, en Londres. Mis abuelos paternos llegaron desde Rusia y mis abuelos maternos, desde Polonia. Soy la segunda generación nacida en Londres. Crecí en una familia judía y aprendí todas las historias de la Biblia y, como todos los niños judíos, aprendí el «Shemá» de Deuteronomio capítulo 6: «Shemá Israel, Adonai Eloheinu, Adonai Ejad». «Escucha, Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno.» Aprendí y creí que Dios es Uno, Él es el Rey del universo, Él es eterno. Ese es el Dios que llegué a conocer y a amar, un Dios eterno; pero yo aún no lo conocía personalmente. Las cosas estaban a punto de cambiar. A menudo se dice que el sufrimiento trae realidad a la vida; y yo no estoy seguro de qué es más difícil: si sufrimos nosotros mismos, o si vemos sufrir a nuestros seres queridos. En mi caso, yo vi sufrir a los que amo: los miembros de mi familia cercana. Cuando yo tenía catorce años, mi padre murió repentinamente de un ataque al corazón. Y algunos años después, mi hermano murió a causa de una larga enfermedad El impacto que eso le provocó, hizo que mi madre se enfermara por el resto de su vida. Luché con el hecho de ver tanto sufrimiento desde tan joven. ¡No podía entenderlo! Cuestionaba: «Dios, ¿cómo puedes permitir que esto suceda?» Al no escuchar respuesta alguna, decidí ir al rabino local, pensando que él tendría la respuesta Aún puedo recordar la conversación. Le dije: «¿Cómo puede un Dios amoroso permitir que esto suceda?» Su única respuesta en ese momento fue: «Bueno, es ‘bashert’, es el destino. Estaba destinado a suceder.» Esa explicación no me satisfizo, por lo que comencé a buscar la respuesta. ¿Cuál es la causa del sufrimiento y cómo tratar con él? El Judaísmo no tenía una respuesta para mí. Pasé un par de años buscando y tratando de averiguar. Una noche, conducía mi coche en un viaje de 2 horas, así que encendí la radio. Marqué mal el número de la estación de radio y tropecé con una radio de onda corta, Estaba crepitante, difícil de escuchar. Sin embargo, hablaba alguien que me interesó. Quien hablaba esa noche era un judío cristiano llamado Roy Masters. Me enteré de que era la «Radio Carolina», una estación de radio pirata. Una radio ilegal que, en ese momento, transmitía desde un barco en el Mar del Norte. Transmitía todos los programas que la BBC, en ese momento, no podía emitir. Me pareció fascinante escuchar a un judío cristiano hablando en la radio. Él preguntaba cosas tales como: «¿Tienes en tu vida preguntas que aún no han sido respondidas?» «¿Conoces a alguien que ha estado sufriendo?» «¿Has estado sufriendo tú mismo?» Cuando oí esas preguntas, mis oídos se aguzaron y pensé: «Esto es interesante.» Él continuó aquella noche y comenzó a hablar de Jesús, Yeshúa y esa fue la primera vez en mi vida en que escuché acerca de Yeshúa. Viniendo de un hogar judío, me habían protegido y no había oído hablar de Jesús. En la escuela, no participábamos de las reuniones cristianas. Y habiendo crecido en la sinagoga, yo no había oído hablar de Jesús, ni había tenido contacto con él. De manera que yo tenía interés de escuchar más. En las noches siguientes, al volver a casa del trabajo, ponía la radio y me gustaba mucho oír hablar de aquel hombre, Jesús. Lo primero que aprendí fue que Él era judío. Y que sus amigos, los discípulos, también eran judíos. Me enteré de que María y José eran judíos Eso fue una revelación para mí, porque yo había supuesto que eran católicos; pero luego supe que eran judíos. Por lo tanto, me interesé en lo que estaba escuchando, y lo que estaba escuchando era la lectura de las Escrituras. Tomé del librero mi Tanaj, el que me regalaron por mi Bar Mitzvá y comencé a leerlo. Luego, en la radio, continuaron hablando del Evangelio de Mateo y de la Carta a los Efesios, y pensé: «Bueno, yo no he leído nada de esto en mi Biblia.» Y un día, en un puesto en el mercado, vi un pequeño Nuevo Testamento de los Gedeones; así que lo compré y lo llevé a casa. ¡Yo tenía tanto hambre de leer las Escrituras, que disfruté mucho leyéndolo completo en un período de 3 meses! Al mismo tiempo, cada noche escuchaba la emisora de radio. En la radio se hacía mucha mención del pecado. Bien, yo había entendido el pecado como algo comunitario. Las personas judías no creen en el pecado original, sino en el pecado comunitario: que nosotros, como pueblo, como comunidad, hemos pecado. Mi comprensión del pecado nació en el día de Yom Kippur, el día más sagrado para los judíos, cuando nos reuníamos en la sinagoga, ayunábamos durante el día, y luego el rabino tomaba nuestro arrepentimiento y nuestro pecado para ofrecerlo delante Dios. Así que yo tenía una comprensión del pecado corporativo, el pecado de la comunidad. Pero, a través de la radio, yo estaba aprendiendo por primera vez acerca del pecado personal. Que no se trata tanto de algo entre la comunidad y Dios, sino entre yo y Dios y para mí, Dios se estaba volviendo muy personal a través de Yeshua. Así que empecé a mirar mi propia vida: Yo era orgulloso, rebelde y desobediente. Yo no era malvado, ni malo; pero había llegado a entender que Dios, siendo un Dios santo, no podía aceptar el pecado, y que el pecado debía ser tratado. Recuerdo haber pensado: «Bueno, lo siento por mi pecado»; pero sólo sentirlo no era suficiente. Una noche, en la radio, escuché por primera vez que Jesús vino hace dos mil años, no sólo para mostrarnos el amor de Dios, sino para tomar sobre Sí mismo nuestro castigo por el pecado. Como judío, al principio me pareció difícil de comprender, pero al escuchar los programas de radio, cobró mucho sentido para mí que Jesús es el Mesías prometido, que ha sido profetizado y mencionado en las profecías Mesiánicas.Dios es un Dios de promesas, y lo que Él dijo que sucedería, ha sucedido y sucederá. Así que tuve la confianza de que lo que estaba leyendo y lo que estaba escuchando venía del Señor. Una noche, un predicador en la radio dijo: «Si usted aún no ha entregado su vida al Señor,…» «…le animamos a que lo haga ahora. ¿Quisiera poner su mano en la radio?…» «…vamos a orar para que usted reciba al Señor en su vida. Porque no se trata de nosotros, se trata de Su vida en nosotros.» Yo quería esa vida que Dios ha prometido. Yo no estaba descontento con mi propia vida, pero sabía que no era todo lo buena que podría ser. Y así, el 1º de noviembre de 1979, puse mi mano en la radio y oré: «Señor, no sé si debería estar haciendo esto, porque soy judío…» (pero creo que el Señor entendió) «…Me arrepiento de mi pecado…» «…Entiendo que el pecado es personal y que la forma en que he vivido y las cosas que he dicho y hecho no Te agradan…» «…¿Podrías por favor tomar mi pecado? ¡Gracias por perdonarme! Y, Señor Jesús, quisieras, por favor, entrar en mi vida?» En ese momento, no recibí ningún sentimiento especial, pero, por lo que había leído en la Biblia, y lo que había escuchado en la radio, yo sabía que sólo por venir a Dios, el Señor iba a hacer una cosa maravillosa. Después todos estos años, puedo dar testimonio de que eso es lo que el Señor ha hecho: Él puso Su vida en mí. La palabra de Dios dice que Él ha quitado mi corazón de piedra y ha puesto en mí un corazón de carne. Ahora puedo decir que ya no soy yo quien vive, sino que Yeshúa vive dentro de mí. Eso es lo que Él quiere para cada uno de nosotros: no que debamos luchar y esforzarnos en esta vida, sino que Su vida pueda ser vivida en nosotros y a través de nosotros. Sin embargo, Dios es un Dios santo y nosotros podemos ser lo opuesto, por causa de lo que somos y de cómo somos, y por el hecho de que el pecado reina en nosotros. Gracias por escuchar. Y si me permites decir algo hoy, me gustaría orar que vengas al Señor y le des tu corazón a Él, porque Él promete una vida mejor, una vida eterna. Esa era la elección que yo tenía que hacer: ¿mantengo mi antigua vida o le doy mi vida al Señor? Esa fue la elección que yo hice hace 34 años, y lo maravilloso es que sigo siendo judío, No me he convertido en ninguna otra cosa. Nací judío y sigo siendo judío. Simplemente soy alguien que es judío y cree en el Mesías judío. Y ruego que algún día tú también lo harás.