Stan Telchin, ‘¡Traicionado!’ (1924-2012)

Mis padres huyeron de Rusia hacia los Estados Unidos a comienzo de los años 1900, para arrancar de los pogromos. Yo nací en 1924 y, desde muy temprana edad, comencé a aprender sobre la vida del gueto Judío. Un día, alguien me llamó de «asesino de Cristo». Yo no sabía lo que eso significaba, pero fue el odio en la acusación lo que me aterrorizó. Corrí a casa llorando: «¡Mamá, Mamá!» Ella me calmó y me dijo: «No llores. Déjame decirte algo muy importante que tienes que aprender. Hay ‘nosotros’, el pueblo judío, y hay ‘ellos’, los goyim, los cristianos. Ellos nos odian, y nosotros tenemos que mantenernos alejados de ellos. Todo está bien ahora. Estamos en los Estados Unidos, y tú estás a salvo.»

Golpe

En 1948 me casé con Ethel David, una amiga de la escuela secundaria. Tuvimos dos hijas, Judy y Ann, y yo llegué a ser muy exitoso en el negocio de seguros. Después de veintiséis años de casados, teníamos una casa muy grande con piscina, cuatro BMW y un ama de llaves a tiempo completo. Entonces, mi mundo pareció romperse en pedazos cuando mi hija Judy, en ese tiempo estudiante de la Universidad de Boston, me llamó y me dijo con mucha cautela que había llegado a creer que Jesús es el Mesías. Me quedé sin habla, estaba indignado y me sentí traicionado. ¿Cómo es posible que una hija mía se una al enemigo?

Reto

Pocas semanas después, Judy regresó a casa para pasar sus vacaciones. Hablamos y hablamos, y finalmente ella me desafió: «Papá, usted es un hombre educado. Lea la Biblia por sí mismo y saque sus propias conclusiones. Esto simplemente o es verdad o es falso, y si usted lee cuidadosamente y le pide a Dios que le revele la verdad, Él lo hará.» Inmediatamente, decidí leer la Biblia para probar que Jesús no es el Mesías y ganar a mi hija de vuelta. A la noche siguiente, tomé el Nuevo Testamento por primera vez. Yo estaba preparado para un libro lleno de odio contra el pueblo judío, pero lo que descubrí fue un libro escrito por un judío, para otros judíos, acerca del Dios de Abraham, Isaac y Jacob, y el Mesías que Él envió a su pueblo.

Para judíos y gentiles

Leí los relatos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y luego, los Hechos de los Apóstoles. Aquí, leí acerca de Pedro, en un comienzo renuente, yendo a la casa de un gentil llamado Cornelio, un centurión romano. A Pedro le fue dicho que Cornelio había tenido una visión en la cual se le dijo que Pedro le hablaría de Dios. En casa de Cornelio, Pedro comenzó a hablar acerca del Dios de Abraham, Isaac y Jacob, y acerca de Jesús, el Mesías. Mientras hablaba, sucedió algo totalmente inesperado: el Espíritu Santo cayó sobre Cornelio y sobre todos los gentiles que oyeron las palabras. Pedro y los creyentes judíos que habían ido con él estaban asombrados. Tiempo después, Pedro fue a Jerusalén y explicó en una reunión de apóstoles y otros creyentes judíos lo que había sucedido. A través de su informe, ¡ellos también entendieron que Jesús, el Mesías, debe ser tanto para los gentiles como para los judíos!

Estudio minucioso

Yo tenía muchas preguntas: «¿Creo realmente en Dios? ¿Creo que el Tanaj es la palabra de Dios para nosotros? ¿Contiene el Tanaj profecías acerca de un Mesías que ha de venir? ¿Ha vivido alguna vez alguien que haya cumplido estas profecías? ¿Fue Jesús quien las cumplió?» En los meses siguientes pasé mucho tiempo estudiando. Leí todo el Nuevo Pacto (Nuevo Testamento) y una buena porción del Tanaj. Conseguí libros acerca de la religión e historia judías. Hablé con rabinos. Estudié las profecías Mesiánicas en el Tanaj. Yo no sabía cuántas eran, pero llegué a encontrar más de cuarenta profecías, y me tambaleó el darme cuenta de que ¡Jesús cumplió todas y cada una de ellas!

Promesas

De particular importancia para mí fue Jeremías 31:31-34, donde Dios prometió hacer un Nuevo Pacto con el pueblo judío. ¿Cómo podía ser que yo no supiera de esta promesa? También leí Proverbios 30:4, que habla del Hijo de Dios; y el salmo 22, que revela a Jesús colgado en un árbol; también el capítulo 53 de Isaías, que explica que nuestros pecados fueron puestos sobre Él y que Él fue castigado en lugar de nosotros; y también Daniel 9, que profetizó que Jerusalén sería destruida junto con el Templo, por mandato del príncipe que vendría después de que el Mesías hubiera sido asesinado. ¡Ahora sabemos que eso sucedió en el año 70! Yo estaba perplejo.

¿A quién adoras?

Una vez, decidí asistir a una reunión de judíos Mesiánicos. Allí conocí a una mujer, quien me pidió que leyera en voz alta Éxodo 20:2-3. Leí: «Yo soy el SEÑOR tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí.» Ella dijo: «Dígame, ¿quién es su Dios? ¿Es Él el Dios de nuestros Padres, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, o está adorando falsos dioses como su negocio, su hogar, su esposa, sus hijos?» Yo estaba impresionado por su pregunta, y me di cuenta de que, en realidad, pasaba buena parte de mi tiempo pensando e incluso adorando aquellas cosas. Sin embargo, casi nunca pensaba en Dios o consideraba adorarlo.

Familia unida

La presión dentro de mí seguía creciendo. Yo sabía que, en mi corazón, creía que Jesús era el Mesías, pero tenía miedo de las consecuencias que una decisión así tendría en mi vida. Discutí conmigo mismo, y me planteé las objeciones de las Cruzadas, la Inquisición, los Pogromos y el Holocausto. Sin embargo, en mi interior podía oír: «Sí. ¡Pero es verdad! ¡Jesús es el Mesías!» El día 3 de julio de 1975, a las 7:15 de la mañana, la presión dentro de mí finalmente encontró una vía de escape. Estalló desde mis labios: “¡Jesús es nuestro Mesías! ¡Él es mi Mesías! ¡Lo recibo como el Señor de mi vida!” Cuando se lo conté a mi esposa, descubrí que ella ya se había arrepentido y había aceptado al Señor Jesús como su Mesías y Salvador, y que había estado esperando a que yo llegara a la misma conclusión. Ahora, toda nuestra familia estaba unida de nuevo.

Estudie las Escrituras

Invito a mis lectores a hacer exactamente lo que yo hice. Con una mente abierta, estudie las Escrituras -específicamente las profecías Mesiánicas- y sea honesto con sus hallazgos. No necesita tener miedo de la verdad. De hecho, conocerá la verdad, y la verdad le hará libre.

Lea la historia completa de su búsqueda por la verdad en:
¡Traicionado! Stan Telchin. 2010